La lluvia: un concierto sinfónico natural.

Por: Jhensy Lucena.  

 A muchos les desagrada el  hecho de que ella les pueda arruinar los planes de salida, para otros es una excelente opción de tomar una siesta. Seguramente  alguna vez se sintieron tentados a cerrar los ojos estando en cama para escuchar las gotas caer en el techo.

 
Algunos optan por servirse una taza de café y leer un poco, tocar un instrumento o escribir un verso de amor, desamor o sobre la lluvia misma.

   Al estar en casa y comienza a llover unas ganas enormes de ejecutar la guitarra o el piano y cantar se apoderan de mi mente y de mi cuerpo, en otras ocasiones me dedico a mirar por la ventana a los automóviles pasar y salpicar el agua, a las personas que se resignaron a mojarse, al perro caminando solo por la vereda, en algunos casos a unos niños jugando con sus bicicletas en los charcos y a aquellos que van corriendo a resguardarse en algún lugar a pesar de estar completamente empapados.

   Puedo decir que he estado en cada uno de estos escenarios: he ido en carro mientras sus cauchos humedecen las calles, he caminado sin importar mojarme, hubo un tiempo en el que salí a jugar con mi bicicleta en las lagunas de agua y otros días en los que corrí para “no mojarme” estando consciente de que ya estaba completamente empapada.  Entonces corremos, corremos y corremos pero de eso se trata. Se trata de luchar e intentarlo aunque parezca no existir remedio alguno y… ¡Sorpresa!  Si lo hay: podemos llegar a nuestra casa, cambiarnos la ropa mojada, ponernos cómodos, ir a la cama y disfrutar de un concierto sinfónico natural sonando justo en nuestro techo.

   Mientras que el agua corriendo por las calles y avenidas va limpiándolas de impurezas, desilusiones, de desamores, de la desesperanza y de los sueños que fueron tirados a la basura. Dándonos así otra oportunidad de iniciar un nuevo día  porque el sol ha vuelto a salir.