jueves, 3 de mayo de 2012

Esto no es otro típico escrito sobre el amor.

Por: María Guevara.

     El ser joven y más, un adolescente, representa estar inmerso en un mundo de ventanas abiertas, posibilidades, misterios y sobre todo: decisiones. Decisiones que para bien o para mal nos vemos en la obligación de tomar en esa etapa de la vida, donde debido a los cambios, tanto físicos, orgánicos y emocionales, a los que nos vemos sometidos, solemos llegar a ser algo volátiles y hasta a veces inconsistentes en nuestras decisiones, lo que muchas veces puede dar pie a que seamos juzgados y subestimados, solo por esa condición, el ser jóvenes. 

     Es frecuente escuchar, en oportunidades,  frases dirigidas a jóvenes entre  los 14 y  19 años de edad,  que digan cosas como: “Eso que sientes, no es amor, solo son tus hormonas revueltas” o “Muchacho, tú realmente no estás enamorado” o frases aún más desalentadoras como: “¿Qué puede saber un niño como tú de amor?”.  Frases, generalmente, auspiciadas por algún  adulto. Lo cierto es que, muchas veces al mostrar algún indicio de creer estar enamorado o que por accidente alguno de nuestros padres haya escuchado cuando le decíamos a “esa persona” cosas como: te quiero, con un tono especial, probablemente esas hayan sido sus respuestas. Hay muchas razones por las cuales nuestros padres, puedan reaccionar de esa manera, empezando por el hecho de querer protegernos. Ellos siempre van a mirar con ojos desconfiados cualquier cosa que pueda representar, en nuestro camino, una distracción o un desvío de nuestras metas o de los intereses que nos llevarán a nuestra realización personal.

     Muchas veces me he preguntado si existe alguna etapa en la vida en la que sea, social o moralmente aceptado, ese tipo de amor que suelen predicar los adolescentes. Ese mismo que parece un poco adelantado a su época, que nos hace tomar el riesgo de escribir frases de amor, donde nos provoca dedicar canciones, donde la más mínima frase que nos recuerde a él o a ella nos hace suspirar. Ese, que predica un amor incondicional y en algunas ocasiones bastante desgarrador y dramático. Toda una fantasía.

     Quizá, ese tipo de amor solo se vive en ese momento de la vida, pues al llegar a ser adultos, nos convertimos, en algunas ocasiones, en verdaderos escaparates para guardar nuestras emociones y pasiones más intensas. Nos preocupamos por cosas como las deudas, conseguir una casa más amplia, hacer el mercado y la adicción por excelencia: el trabajo. Obviamente al transcurrir la vida, nuestros intereses cambian y así mismo lo hace el amor. Tal vez cuando somos adultos buscamos, más que un amor apasionado, un amor maduro y estable. Dejando a un lado las angustias típicas de los adolescentes como: No haber recibido un simple mensaje de texto en todo el día de “esa” persona.  Buscamos un amor que nos proporcione seguridad y estabilidad.

     Pero bien, según los expertos, las personas están programadas para “desapasionarse” de 18 a 36 meses de haber mantenido una relación de pareja, dicen, que luego de este tiempo el “encanto”, por llamarlo de alguna manera, puede desaparecer o convertirse en ese amor real que todos queremos conocer. Donde más que buscar complementarnos con la otra persona, te aceptas como eres y aceptas al otro, también, tal cual es, sin ánimos de idealizarlo. Todo dependerá de saber cómo manejar nuestras emociones.

     Con todo esto quiero llegar a que todos, seamos adolescentes o adultos, estamos propensos a que un día, dejemos de sentir afinidad por algo y  decidamos tomar otros caminos, es decir, a cambiar de opinión. Pues, a medida que vamos creciendo nos vamos interesando por nuevas cosas, lo que hace que dirijamos nuestro ser a eso. Cuando somos adolescentes, nos dejamos llevar por nuestras pasiones, queremos vivir con intensidad cada momento, pero llegamos a carecer de objetividad. En cambio, cuando somos adultos, pensamos las cosas desde un punto de vista, si se quiere decir, menos dramático y  mas objetivo.
     
     Pues bien, por último; concluiré con otra frase bastante típica de los padres como lo es, esa que dice: “Hay que quemar las etapas”. Nuestros padres, son las personas más cercanas a nosotros que tienen más experiencia, y nadie mejor que ellos para saber que en la vida tendremos momentos para todo. Para vivir nuestros amores adolescentes cuando nos toque y también para vivir nuestros amores tranquilos y generosos. Nada es más cierto que en la vida, cada etapa tiene sus encantos; solo hay que saber disfrutarlos. 

0 comentarios:

Publicar un comentario