viernes, 4 de mayo de 2012

No tengo tiempo para eso.

Por: Jhensy Lucena.


     Todos aquellos que nunca  han dicho (por lo menos una vez): “no tengo tiempo para hacer eso” que detenga ahora mismo esta lectura.


     Hace aproximadamente 3 semanas estuve hablando con un amigo.  Le preguntaba si él había logrado todos sus sueños. Él se quedo callado por un corto momento y dijo que no, que no había logrado todo lo que había soñado pero que no se arrepentía de las cosas que había hecho y de todo lo que había alcanzado durante sus 50 años de vida.


     Después de esta aclaración tuve el atrevimiento de preguntar cuál era esa montaña que aún no había podido escalar. Él miró hacia arriba (como buscando en sus recuerdos) y con una voz muy serena me dijo: “Siempre quise ser pintor pero hija, ya estoy muy viejo. Ya no tengo tiempo para hacer eso”.

     Extrañada lo observé en silencio mientras que en mi interior se avecinaba una tormenta de pensamientos acerca de un vocablo muy particular: Tiempo. Solo una palabra con más de 10 significados pero que a veces imagino como un animal feroz que se lleva todo a su paso.

    Muchas personas están atentas del tiempo la mayoría del tiempo. Van a una tienda a comprar un llamativo reloj de muñeca y lo sincronizan con la hora necesaria para no llegar tarde al trabajo, al colegio, a la universidad, a una  cita o a una reunión.

    ¿Creen que es posible que aún sincronizando todos los relojes que tenemos seriamos capaces de llegar tarde a la única y exclusiva función de la obra de teatro de nuestra propia vida?

      -Llegamos tarde cuando preferimos ir a cualquier lugar (así no hagamos nada)  para no ir al cumpleaños de un familiar porque podría ser aburrido.

     -Llegamos tarde cuando decidimos callar u ocultar lo que realmente somos por miedo al “qué dirán”.

    -Llegamos tarde cuando dejamos a un lado nuestros sueños para intentar cumplir las aspiraciones de alguien más (y no creo que sea malo complacer a un tercero en algún momento pero, si esa “complacencia” arremete contra nuestros objetivos no creo que sea lo más conveniente).

      Hemos llegado tarde tantas veces hasta el punto de sentir que “el tiempo ya no alcanza para nada”. Sin darnos cuenta nos hemos saturado de una serie de actividades casi imposibles de realizar en su totalidad durante la semana.

      Las actividades del trabajo, del colegio o de la universidad y las del hogar se nos han acumulado. No sabemos por dónde empezar, no sabemos qué hacer y es allí donde comienza esa etapa en donde no tenemos tiempo para compartir con familiares o amigos, para sonreír, para ir por un dulce después de un día duro en el trabajo, no tenemos tiempo para ejercitar nuestro cuerpo, para ir al cine, al teatro o a un concierto, ni siquiera para dedicar una canción.

        Dejamos de tener tiempo para observar el sol esconderse entre las nubes y mucho menos tenemos tiempo para enamorarnos con la luna. Ya no tenemos tiempo para sentir, ya no tenemos tiempo para vivir. 

      Es cierto que “Para todo hay un tiempo señalado” – como lo dijo el rey Salomón – pero para lo que no debe haber tiempo es para decir que no tenemos tiempo.

      Ahora mismo tengo una lista de lugares por visitar, un infinito número de abrazos que dar, varias montañas por escalar, una torre de libros por leer, un mar de acordes por tocar y decir "no tengo tiempo para eso" no seria lo correcto.

0 comentarios:

Publicar un comentario